13 de julio de 2008

Los 20 videojuegos que deberías jugar si eres lector de Cabronos Extraños [XIII]: Worms Armageddon

El videojuego de estrategia por turnos por excelencia de toda la historia de los videojuegos de PC. También conocido por esos lares como "Los Gusanetes". Salió en la época justa en la cual los Cabronos Extraños, por edad, empezábamos a tener un control más exahustivo de los ordenadores, y por tanto, éramos capaces de jugar a un juego medianamente complejo como es este.

"Hilarante acción y estrategia".
Más claro, imposible.


La temática principal del Worms Armageddon, como la de cualquiera de las versiones en 2D que han ido apareciendo para unas plataformas y para otras (hasta en la Nintendo DS hay uno), es que tienes unos cuantos gusanos repartidos por el escenario y tienes que cargarte a todos los del bando contrario. Con los años, he llegado a la conclusión final de que el juego se desarrolla en una realidad paralela en la cual los gusanos han conquistado el mundo gracias a acceder a un arsenal de armas de poderes inimaginables. Además, algunas de las armas más mortíferas tenían munición ilimitada, como las granadas verdes (las cuales, sabiendo compaginarlas con el viento, eran un recurso la mar de bueno) o los bazookas (que eran los más divertidos cuando venían acompañados del "¡venganza!" del gusano en cuestión). ¿Y quién, en sus primeras partidas, no se ha puesto a disparar a plena potencia contra una pared resultando una explosión que lo ha mandado directametne al agua? Pues nadie.

Los gusanetes son lo de lo más cachondo que se pueda recordar en los videojuegos. Las voces venían completamente dobladas en un montón de idiomas y las frases típicas de "ya te pillaré yo" o el largamente recordado "traidor..." rivalizan en guión con las mejores aventuras gráficas a este lado del río Pecos. Además, los belicosos gusanos tenían una estética bien curiosa: una cabeza muy gorda pegada al resto de cuerpo de gusano; dos ojos gigantescos, unas cejas negras que aparecían o desaparecían (e incluso se las comían ellos mismos); y una manos que levitaban a su alrededor y que, sin dedos, les permitína usar las escopetas, ejecutar el "Puño de Dragón" del mismísimo Ryu, o usar el bazooka de ovejas. ¡Y si se contaminaban con radiación se volvian verdes! Aunque ellos eran rosas.

Menuda escabechina. Estas eran las mejores partidas.

En el Worms Armageddon empezaron a aparecer una serie de súper-armas que causaban destrozos considerables, no sólo en el escenario, sino también en las líneas enemigas. A veces pillabas también a un gusano de tu equipo, pero eso ya sabemos todos que son daños colaterales y no hay que preocuparse. Seremos acusados de traidores y nada más.

De entre todas las armas secretas que comento, mis preferidas eran:

- Bomba Plátano: Consistía en una especie de granada de mano con forma de plátano que lanzaba el gusanete. Botaba más que cualquier otro tipo de bomba y, una vez explotaba, se dividía en varias bombas plátano más que también explotaban. La fuerza que tenía era mucho mayor a la de una granada normal y, bien usada, era de las más útiles de todo el juego.

- Súper Oveja: Era una oveja explosiva, a priori, normal, que se dejaba suelta e iba por ahí dando saltitos y balando alegremente. La diferencia era que, al pulsar la barra espaciadora, le salía una capa roja y la podías controlar por los aires, pudiendo meterte en los escondrijos de todos aquellos que se escondían de ti y reventarlos de un buen petardazo. Además, todos los objetos que cogiera la oveja loca ésta, te servían para tu arsenal.

- Lanzallamas: Una de las armas más complicadas y que siempre he pensado que era completamente inútil hasta que Miguel el Heavy, el Hijo del Metal, me abrió los ojos a la verdad. A simple vista, era un lanzallamas normal que servía para abrasar al gusano rival. Sin embargo, combinarlo con el viento o usarlo cuando podías dejar al gusano metido en un pozo incandescente, a parte de sobrepasar la crueldad, era de las estrategias más efectivas que he conocido.

- Eutanasia: Era una mujer viejuna que se dejaba suelta y caminaba lentamente, con su bastón mientras se activaba una cuenta atrás. Cuando ésta llegaba al final, habías de haber calculado bien que llegara cerca de tu objetivo y la explosión le quitaba, mínimo, la mitad de la vida al gusanete. Si habías calculado bien, el impacto se podía combinar con las minas, los tanques de ácido o contar con que el gusanete saliera volando por los aires y se etrellara o muriera o muriese ahogado.

Vamos, un juegazo.

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