14 de noviembre de 2008

Santa Tecla 2008 (Volumen 3)

En el anterior capítulo nos quedamos a las puertas de la Tortuga, ese lugar inhóspito en el que las juventudes universitarias ciudadrealeñas se refugian para escuchar la peor música posible. Un lugar donde el peligro de deshidratación si no te da por gastarte los cuartos a base de bien es bastante alto. ¡Menos mal que es uno de esos sitios a los que yo sólo voy una vez al año!

Allí dentro nos metimos Víctor Mutenroshi, Miguel el Cantarín, Van Manuel y yo después de nuestro periplo por Ciudad Real para ir a buscar una chaquetilla (que luego no hizo falta en absoluto). En su interior nos encontramos a la gran mayoría de los hombrecillos extraños que se dieron cita en la fietsa de la Sacrosanta Tecla. Y habéis leído bien, la mayoría, porque hubo bajas. Bajas importantes, me atrevería a decir. Como por ejemplo, el Capi Emiliaco, el cual, sabiamente, se retiró a echarse una buena siestecica a su casa en vez de quedarse botando y haciendo el gilipollas tontaco como yo (en realidad, como todos nosotros). Con él, por ejemplo, también se fueron el Delegator, un ejemplo de corrupción que también sabe hablar un huevo aprox. de lenguas muertas, o la "Capitana Emilia" (que, como su propio nombre indica, hereda su nombre por su relación con aquél que porta el brazalete escarlata en el campo en cada partido de los Chicharritos.info).

En el interior de la Tortuga te puedes encontrar de todo, desde un Presi alocado y enarbolado debido a la ingente cantidad de alcohol y a la excitación por tener cerca a cierta corrupta, a un José Carlos Rincón Butragueño, el máximo ejemplo de una fiesta. Si no está el Buitre no se puede concebir una fiesta. ¡Es el encargado de asegurarse de que todos estemos siempre a tope, gambiteros! Nuestro propio Vicentín, vaya. Y también andaba por ahí Pedro el Guapo, una verdadera belleza que hace que todas las mujeres caigan asombradas por tanta hermosura en un solo ser. Habría que llamar a esos científicos ociosos que no tienen otra cosa que hacer en todo el santo día para que nos expliquen cómo es posible que haya un tío como yo y otro como él y no hayan repartido la suerte de forma más igualada.

Otro que no se pierde una es O Rei Serginho, el cual intentó por todos los medios el hacerse con un "pase" para la Tortuga y sin embargo se comió un mojón. Yo estoy seguro de que Laurinha (su hermana, la que se postula como nueva presidenta de las peñas para los Chicharritos.info), sí que se las hubiera ingeniado mejor que él para hacerse con una falsificación mejor ¡¡y del color que correspondía!! Mira que confundir el rojo con el negro... Casi tan grave como que Sánchez y Rafael el Infiel se fueran tan rápido para el pueblo. Es que no son capaces de aguantar una Santa Tecla entera, vaya par.

¿No notáis una ausencia imporantísima en las crónicas? Efectivamente, ha llegado el momento de resaltar que aparecieron en ese instante Miguel el Heavy y Quilopondriomán, acompañados de sus secuaces. Como Víctor Mutenroshi y yo somos unos hombres íntegros, nos fimos a ver a ambos, sobre todo para mostrarle al gran Quilopondriomán (que se ha leído la Wikipedia de cabo a rabo y te la sabe explicar, además de que es un hombre sabio y apuesto) cómo quedó la grabación del podcast extraño que, en ese momento estaba ya casi finiquitado. La prueba pasó la rigurosa mano de Quilopondriomán, quien el pueblo debería reclamar para futuros podcast porque tiene muchas cosas que decir delante de un micrófono. Miguel el Heavy nos recordó lo infieles y frikis que somos los de Informática (y un poquito más), pero él también se bajó un poquito los pantalones cuando decidió acceder a la Tortuga en aras de no enfadar a la parienta. ¡Heavy e Hijo del Metal, sí! ¡Tonto, no!

De la Tortuga, poco más que contar. Al final nos largamos al rato y yo me volví a mi casa a pegarme una buena ducha, escuchar el Larguero en el coche y cenar algo, que tenía la gasolina en la reserva y aún quedaba el botellón de por la noche. Dicho botellón no colmó las espectativas debido al alto índice de modorrez que embargaba a mis compañeros. Yo estaba sin voz y no pude mandarlos a todos a freír espárragos, pero bien que les deseo que se les hielen los dedos chiquitillos de los pies por ser unos infieles. Por lo menos, nos hicimos un himno para el proyecto alternativo a los Chicharritos.info, Barrilete Cósmico:


Somos Barrilete, jugamos al fútbol
mas, como jugando damos pena, les damos por culo.


Ah, y no quería cerrar la crónica sin comentar que los dos últimos informáticos de pro que nos marchamos fuimos Paco Jendris y yo. Del bajista de Ataräxia, sólo decir que era su cumpleaños y que coincido completamente con él en su opinión sobre los almendrones (je, nunca mejor dicho), de su año. Hasta que no echamos el cierre, Santa Tecla no se acabó. Y Escofil aguantó hasta el final. Un hombre.

¡FIN! (por este año...)

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