21 de diciembre de 2012

Fin del mundo: Rechazo

- Bienvenidos al fin del mundo, pueden sentarse en las primeras filas, que hay muchos asientos libres. Sobre todo los señores con bigote que acaban de llegar a la sala. Sí, ustedes, los que van con las manos en los bolsillos y hombros caídos. No lo asuman tan rápido, aún hay que charlar sobre ello.

»Este es el fin del mundo. Se parece bastante a un día normal y corriente, pero se sale de la nota habitual por ser el último. Hemos estado esperando 61 días la llegada de este 21 de diciembre y, tanto es así, que ya pensábamos que no llegaría, pero bueno. Es cierto que algo sí que nos ha defraudado, pero a última hora ha fallado la organización. Hubiera sido interesante el poder contar con un par de bandas que amenizaran el acto de fin del mundo. Ayer mismo pensamos en llamar a Tom Araya para que se pasara por aquí a decir unas palabras (o cantarlas), pero lo fuimos dejando con eso de que era el fin del mundo, y no merecía mucho la pena pagarle el hospedaje.

- Ahora viene lo más complicado: seguir adelante -uno de los de la primera fila, qué impertinencia.

- ¿Cómo vamos a seguir hacia delante con lo que nos ha costado llegar hasta aquí, señor con bigote? Qué menos que detenernos a disfrutar del fin del mundo. Nos tomamos unos refrigerios en nombre de quien nosotros queramos. Venga, vamos a tomar unos pintxos antes de que la cosa se resquebraje del todo, y se nos meta una astilla entre alguna uña.

»Lo mejor es relajarse y darse una vuelta por Twitter para ver qué chascarrillos tienen para nosotros esos desocupados usuarios. ¡Desocupados! Ni que eso fuera, después de estos dos meses, una novedad. Nuestros colegas han visto más tarjetas rojas que los cuatros del Madrid de los últimos treinta años.

- No entiendo muy bien su humor.

- Porque usted es un señor con bigote, y evocar la formalidad y la rebeldía con una pequeña parcelita de bello sobre su labio inferior no da lugar a la escritura al servicio del espectáculo. ¡Es el fin del mundo! Mírelo por el lado bueno: se acabó la sensación de seguir al resto, o ir a contracorriente. Si vamos a acabar todos en el mismo sitio, ¿qué más dará si lo aceptamos o lo rechazamos?

- Pero esto del fin del mundo ha sido todo un simulacro. Nos hemos puesto de acuerdo en señalar una fecha como el final de algo, pero no ha pasado nada. Otra página más del anecdotario humano. Y no van pocas.

- Eso desde luego, pocas no van. No sé quién las va a escribir, si casi todos estamos aquí esperando el fin del mundo. Pero si ha sido un simulacro, usted lo ha hecho muy bien. Yo me lo he creído. Cuanto más cerca estaba el fin del mundo, más confiaba en que no se equivocaran.

»Imagínese si usted hubiera comenzado una cuenta atrás, y hubiese aceptado. Que el fin del mundo fuera culpa suya. ¿Con qué cara hubiera venido a esta reunión?

- De hecho, yo empecé una cuenta atrás. Pero lo repito, era un simulacro.

- ¡Claro! ¿Y me dirá que no tiene consecuencias? Va por ahí, cada día anunciando a bombo y platillo qué pasa cada día que falta para el fin del mundo. Llega el momento de prepararnos para cerrar el telón, y nos dice que era un simulacro, que el drama continúe, que lo aceptemos, y sigamos.

»Es como si yo le digo ahora que su simulacro no es tal. Que su cuenta atrás, señor con bigote, llegó a oídos de alguno al que le pareciera bien el 21 de diciembre para acabar con todo. Algún malpensado podría concebir que, puesto que va a ser el último, dejar el listón bien alto, y quedarse como el mejor en lo que hace. Otro, peor pensado aún, decidiría venir con los hombros caídos, dejarse llevar, y aceptar que, para lo que le queda, ni compite. Regalamos lo que nos queda. No lo vamos a disfrutar.

- Pero todo eso no es así. Todo sigue como siempre, no ha pasado nada. Podría... pero no ha sido así. Lo peor es que cada día somos más estúpidos.

- Entonces sí que ha pasado. ¿Lo entiende? No era una cuenta atrás al fin del mundo, era una cuenta atrás para el conocimiento de la tontería humana. Somos ceporros, porque no nos movemos, ardemos, y le damos calor a todo aquel que se quiera acercar a disfrutar de la lumbre. ¿Ve lo que le digo, señor con bigote? Usted, como yo, se comerá doce uvas dentro de diez días, y antes de eso, habrá tragado más sandeces que en estos 61 anteriores, centrales lecheras, movimientos mamadores, 'yihadistas' y falsos susceptibles incluidos.

»Venga, no todo va a ser malo. Tómese una tapa de pan con queso, y menee ese bigote del que tanto presume. Le sorprendería cuántos de los que estamos aquí nos dejaríamos uno igual si no hubiésemos elegido mostrar otra imagen.

»Cuídese, nos vemos en el próximo fin del mundo. O antes, según se tercie.

Este post es una respuesta a Manu Mañero y sus "rumbo al fin del mundo" de su blog.

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